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maria¨Las primeras referencias en la historia del “Mes de María” son del siglo XIII, en el que el Rey Alfonso X el Sabio, Rey de Castilla, invita a rogar a María en una de sus Cantigas, “Bienvenido Mayo”. En el siglo siguiente los joyeros de París llevaban a la Virgen un “mayo”: rama de plata adornada con brillantes y cintas. El mismo diccionario de la lengua castellana recoge la acepción. En el siglo XVI la devoción se extiende por Alemania e Italia: un monje alemán legó un pequeño opúsculo titulado “Mayo espiritual”, en el que figura el primer esbozo de la celebración del Mes de María. Por esas fechas San Felipe Neri aconsejaba a los jóvenes veneraran a María durante el mes de mayo.

Son novicios dominicos los que en Fiésole, en el siglo XVII, dedicaban a la Virgen los primeros domingos de mayo. Era costumbre -rezar durante una hora oraciones a María- que se tenía en alguna iglesia de Nápoles. Las primeras codificaciones de la devoción a María en mayo son compuestas por dos jesuitas, una a principios del siglo XVIII y otra a finales de ese siglo. En este siglo la práctica piadosa se extiende por EEUU y Latinoamérica, y se encuentran datos de celebrarse en China. Los primeros pontífices que hablan y la aconsejan son Pío VII y el Beato Pío IX, quienes la premiaron con abundantes indulgencias.

No hay noticia de los inicios de la celebración del Mes de María en Chile. Dado el carácter mariano del comienzo de la evangelización, no parece exagerado afirmar que la devoción existiera desde el principio. Sí disponemos del origen de la estructura que tiene hoy el Mes de María. Fue el Rector del Seminario Pontificio, Monseñor Joaquín Larraín, quien señaló la manera de prepararse a la definición del dogma de la Inmaculada Concepción en 1854. Es probable que él conociera la costumbre europea y ubicó la celebración del Mes de María desde el 8 de noviembre al 8 de diciembre como manera de dirigirse a la Virgen.

Tuvimos la suerte de que Monseñor Rodolfo Vergara, compusiera las oraciones que hoy tenemos para comenzar y terminar dicha práctica. Su estructura, una especie de prosa poética incluida la métrica, facilita retenerlas desde niños en la memoria y explica que los chilenos las recen con fidelidad. Pronto se extendieron por las iglesias e instituciones santiaguinas y partieron al resto del país, que se vio aludido y urgido por el amor a María con una devoción entrañable y querida¨. c.f.  Mes de Maria, su historia. Pbro. Cecilio de Miguel Medina. UCSC

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