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Tuyo es el reino, decimos en una de las aclamaciones de la eucaristía. Sí. Del Señor es el reino y suya es, también, la misión. Con frecuencia sentimos la tentación de creernos los dueños. Nos empeñamos en marcar el ritmo, hacer balances y señalar prioridades. ¡Como si el reino fuese nuestro! Cuando hablamos, cuando oramos, y hasta en documentos escritos, se nos escapa con toda naturalidad la frase: construir el Reino. Le pedimos a Dios que nos dé fuerzas para edificar su Reino y nos animamos unos a otros en esa tarea.
Pero Jesús nunca dijo a sus discípulos: a ustedes les toca construir el Reino. Jesús nunca habló ese lenguaje. Nos animó, sí, a buscarlo, a pedirlo, a entrar en él, a sacrificar cualquier cosa por él… Pero no nos corresponde a nosotros construirlo. Es don que viene del cielo, como un regalo: ¡Venga a nosotros tu Reino! Nuestra colaboración en su expansión es más humilde, y es también –porque Dios así lo quiere- preciosa y necesaria. Pero no es protagonista.
Lo mismo pasa con la misión. Es también del Señor. Nace de su iniciativa y vive de su espíritu. Sin embargo, una y otra vez, nosotros nos creemos los dueños de la pesca y echamos las redes a nuestro aire. ¡Y así nos va! Tiene que aparecer Él en la otra orilla para que caigamos en la cuenta de que anduvimos bregando amparados en la noche de otros intereses. Caemos en la cuenta de que para evangelizar nos apoyamos demasiado en estructuras de fuerza y de prestigio.
Cuando nos sentimos débiles, pescando en la noche, descubrimos que nuestra debilidad y la noche son buenas para captar sus planes y verle a Él de nuevo en la orilla.
Sí, Jesús es el Señor. Suyo es el reino. Lo nuestro es ser testigos alegres de su señorío. También la misión es suya. Dejemos que Él marque el ritmo y los caminos. Lo nuestro es la disponibilidad a su palabra. Él se encargará de llevarla adelante. No somos protagonistas. Lo nuestro es, sólo, continuar su tarea, aunque nos falte visión y nos sobren fallos. Lo nuestro es, sólo, cooperar con docilidad gozosa. ¡Qué fuente de liberación y confianza reconocer, en medio de la noche, que el dueño es Dios!
Quienes Somos!!
La Presencia viatoriana en Chile ha dejado el registro de numerosos sacerdotes y hermanos entregados a la labor de anunciar a Jesucristo a niños y jóvenes.
Hoy la comunidad viatoriana de Chile, heredera de su historia, asume los nuevos desafíos que presenta la sociedad en nuestro país. Nuestra vida religiosa, hermanos, sacerdotes y nuestros viatores laicos asociados, juntos queremos responder con fidelidad a la diversidad de nuestro carisma.. Somos viatores, hijos del P. Luis Querbes, dedicados a vivir el ideal de Cristo y a celebrar alegres la fe.
Nuestros, sacerdotes y hermanos, sin distinción alguna, vivimos felizmente la castidad para amar con generosidad y sin miramientos; la pobreza que nos otorga la libertad y la sinceridad de espíritu; la obediencia que convierte nuestra vida en un proyecto de Dios. Nuestros viatores laicos asociados, viven el llamado común: el seguimiento de Jesús, siendo testigos ahí en la realidad donde el Señor les llama, hombres o mujeres, solteros o casados, caminan hacia Dios a través de su compromiso en relación con el carisma viatoriano. Este camino pasa habitualmente por las mediaciones que son: la familia, la propiedad de sus bienes y la autonomía en la organización de su vida. Los viatores asociados se constituyen en miembros de la Comunidad viatoriana por el compromiso público de vivir la vida evangélica según el carisma viatoriano.
Asumimos la construcción del Reino de Dios, y específicamente creemos que ese Reino de Justicia y paz tiene un lugar en el pueblo chileno, dando respuesta a sus vacíos y necesidades.
Nuestra primera regla y constitución es la que compartimos con todos los cristianos: el Evangelio, donde encontramos nuestro estilo de vida y por supuesto nuestro modelo: Jesucristo, que actúa, vive y sufre en medio de los hombres necesitados de su historia, dándoles un mensaje de amor y de vida. Para nosotros esta misión universal asume un tinte específico, fruto de la originalidad del Carisma de Nuestro Fundador: “Anunciar a Jesucristo y su evangelio, suscitando comunidades donde se viva, se profundice y se celebre la fe”.
COV(Centro de Orientación Vocacional)
Somos llamados a vivir y desarrollar el carisma viatoriano suscitado por Jesucristo en Luis Querbes. Somos, pues, responsables de esta misión acompañando con cuidado especial a los jóvenes y adultos que manifiestan disposición y voluntad de seguir a Jesucristo Tanto en la vida Laical como en la vida religiosa viatoriana.
Se hace necesario el AV “para orientar al cristiano en la opción vocacional de su fe madura, de manera que escoja su servicio en la Iglesia, en cualquiera de los estados de vida, al servicio del pueblo de Dios”.
Para esto debemos promover: un acompañamiento sistemático y programado de los jóvenes y adultos en proceso vocacional, tanto para la vida religiosa como de asociados.
Debe llevar a un encuentro significativo con la comunidad religiosa y la comunidad viatoriana. Ahi experimentará lo que ambas viven:
a) Una verdadera pastoral vocacional cristiana fundada en un serio camino de educación en la fe, cuidadosamente acompañado.
Disponer a los jóvenes y adultos a discernir y acoger su vocación, a madurar las motivaciones y las actitudes de fondo para poder responder a la llamada de Dios, requiere implicarlos en un camino de crecimiento humano y cristiano que los ayude a:
- desarrollar las actitudes vocacionales fundamentales; personalizar la propia fe con una sólida y profunda relación de amistad con Jesús, a través del contacto sistemático con la Palabra de Dios y la experiencia sacramental de la Eucaristía y de la Reconciliación;
- educar en el sentido de Iglesia, hasta asumir a la comunidad cristiana como la nueva familia en Cristo y en el Espíritu y compartir su misión con la donación generosa de la propia vida;
asumir un plan exigente de vida al servicio de los demás. - Los grupos y comunidades pastorales, que siguen este camino de educación en la fe, deben ser los lugares privilegiados de maduración vocacional cristiana.
- En este camino es fundamental asegurar un acompañamiento que ayude a los jóvenes y adultos a personalizar las experiencias y propuestas vividas, a profundizar el conocimiento de sí y a purificar las propias motivaciones, a discernir las señales vocacionales para asegurar una opción madura y responsable. La falta de un adecuado acompañamiento está en la raíz de muchos fracasos vocacionales.
b) Una atención vocacional especial a los jóvenes animadores, líderes, colaboradores de nuestras obras, sin descuidar a los preadolescentes y adolescentes.
Hoy la edad de las opciones vocacionales de vida juvenil, se están desplazando y, aunque la semilla se siembra en la pre adolescencia o adolescencia, y es ahí donde tradicionalmente el Señor nos ha regalado vocaciones, muchas veces madura en momentos más tardíos, cuando los jóvenes están en la universidad o en las primeras experiencias de trabajo. Es importante promover propuestas y espacios concretos que nos permitan acompañarlos en estos momentos decisivos para su futuro.
Entre estos jóvenes debemos cuidar de modo especial a los que son más cercanos a nosotros, los animadores, los líderes, los colaboradores de nuestras obras que comparten generosamente muchos aspectos de la misión viatoriana, tienen una auténtica voluntad de servicio y están en busca de un proyecto de vida significativo. Es preciso asegurar que la experiencia de animación los ayude a plantear la propia vida en línea vocacional.
c) El despertar, discernimiento y acompañamiento de vocaciones Viatorianas de asociados, adultos y jóvenes que se comprometan en el seguimiento del Señor y en la Misión Evangelizadora de la Iglesia, desde la vivencia del carisma y espiritualidad de la Congregación.
C.O.V ¨Casa Querbes¨
Es un Centro de Orientación Vocacional, que se proyecta como un espacio donde se conjugan distintos ámbitos del ACOMPAÑAMIENTO VOCACIONAL tanto para la vida juvenil como adulta; todos ellos encaminados hacia la profundización de la vida cristiana.
Es un lugar de encuentro y acogida donde los jóvenes y adultos experimentan un espacio propio; en consecuencia se hacen responsables de la mantención y cuidado del mismo, y por otro alimentan la vida de la fe.
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